GENERO Y DIVERSIDADINTERNACIONAL

CIERVOS PAMPAS, EL PRIMER CLUB DE RUGBY DE DIVERSIDAD SEXUAL EN LATINOAMÉRICA

Desde la capital argentina, se declaran “transformadores” y con la misión “de luchar contra la homofobia, violencia y discriminación” en el deporte.

Fundado en 2017 en la capital argentina, Ciervos Pampas R.C. es el primer club de rugby de diversidad sexual en el continente.

«La primera razón para juntarnos fue buscar un espacio libre de discriminación y violencia homofóbica”, cuenta desde Buenos Aires Caio Varela, presidente del club, a DW. 

«Muchos de nuestros jugadores han pasado por discriminación y violencia, traducidas en invisibilización, menosprecio, rechazo, insultos, y hasta directamente la exclusión, en los espacios deportivos”, agrega el jugador.

Reglas no escritas

Y contextualiza: «El rugby es visto por muchos como un deporte de «machos”, que deben tener determinada postura, usar determinado tipo de ropa y asumir determinada orientación sexual”.

«Imagínese lo que significa un grupo de putos pisando una cancha, empoderados, libres y orgullosos de sus medias arcoíris”, desafía con ironía Varela, también docente y consultor en temas de derechos humanos, género y diversidad.

Y va incluso más allá: «Nosotros nos autodenominamos ‘club de putos’. Y usamos esta expresión, de cuño peyorativo, justamente para visibilizar la diversidad sexual”, sostiene.

«Y porque, en definitiva, ser puto no está ligado exclusivamente a nuestra orientación, sino a una postura contrahegemónica de la sexualidad”, explica el deportista, nacido en la ciudad brasileña de Santos y radicado en Buenos Aires desde hace 8 años, adonde llegó motivado por la ley de matrimonio igualitario.

Y en este sentido, aclara: «Nuestro espacio está pensado prioritariamente para personas del colectivo LGBTQI+. Pero somos heterofriendly”.

EL DEPORTE COMO DERECHO

«Lo que hacemos es militancia fuera y dentro de la cancha”, afirma, por su parte, Alan Cignoli, porteño de 30 años, que tuvo su primer contacto con el rugby hace solo tres.

Un logro, del que se enorgullece: «Estoy en Ciervos Pampas porque pude romper con esas cadenas que me decían que el deporte no era para alguien como yo. Aquí me enseñaron que sí, que es un derecho para todes por igual”, se sincera.

«Ocupamos un espacio que el machismo y la homofobia nos negaron durante tanto tiempo, resistimos con fuerza todos los golpes de más que nos intentan dar en la cancha y buscamos transformar este rincón que nos toca, para que más personas del colectivo LGBTQI+ se sumen y se animen a hacer deporte”, destaca Cignoli en diálogo con DW.

Se trata, en definitiva, de una postura de vida, y de una tarea que excede el ámbito deportivo. De hecho, una de las características distintivas del club es que, así como sus integrantes entrenan y van al gimnasio, también se forman en derechos humanos.

«Nosotros hemos debatido, fuera de las canchas, sobre lo que éramos y sobre lo que queríamos ser”, relata el presidente de la organización. «Y de ese debate nació la propuesta de una escuela de formación en derechos humanos”, indica Varela.

Así, la reflexión y el análisis compartido, los alienta en la lucha que llevan adelante, al tiempo que les permite sobrellevar en mejores condiciones las situaciones de discriminación y violencia, que a menudo deben enfrentar.

«Como jugadores de Ciervos Pampas escuchamos insultos, directos e indirectos, sobre nuestra existencia o nuestra participación en torneos”, cuentan. «En nuestras redes sociales, nos escriben discuros de odio”, agregan. «Pero sabíamos que eso iba a pasar, y justamente existimos para problematizar, enfrentar y resignificar las experiencias negativas”, sostiene convencido Caio Varela.

El club, amateur, cuenta con casi 30 jugadores, y más de 50 asociados. Y el equipo participa en el torneo oficial empresarial de la Unión de Rugby de Buenos Aires.

Asimismo, se entusiasman con el proyecto de una gira internacional tras la pandemia, previa al Mundial masculino de la disciplina en 2023.

«Es un logro poder, a través de experiencias como Ciervos Pampas, ver cuerpos y performances históricamente rechazadas, ocupando las canchas, resistiendo a la homo-lesbo-transfobia, y transformando el deporte”, resalta, satisfecho, Caio Varela.

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